Las dos Mercé Rodoreda
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April 24, 2024“Increíble el primer animal que soñó con otro animal. Monstruoso el primer vertebrado que logró incorporarse sobre dos pies y así esparció el terror entre las bestias normales que aún se arrastraban, con alegre y natural cercanía, por el fango creador…”, así inicia “Terra Nostra”, la más ambiciosa e intrincada novela de Carlos Fuentes que estoy releyendo -ahora- para mis clases de maestría. Hace un tiempo, en 2016, escribí el siguiente apunte luego de mi primera lectura: Este es un inmenso relato telescópico que a través de sus páginas hace cohabitar distintas épocas en una suerte de metahistoria poética y onírica de la humanidad. Milan Kundera la llamó “novela-sueño”, pues según él esta ficción se hunde en las profundidades del pasado para captar la identidad desgarrada del mexicano, pero, sobre todo, del hombre occidental. El procedimiento narrativo de “Terra Nostra”, cuyo abolengo está en la Escritura, se mueve entre la técnica de la enumeración, la congerie o la conglobación. ¿”Terra Nostra” es también barroquismo, decadentismo; ¿Culto depurado y fanático de la forma? Quizá sí. Pero precisamente en su desmesura formal se encuentra lo mejor de la ella y, también, su máximo secreto. Sobre todo porque la coexistencia de distintos tiempos históricos plantea al narrador un problema técnico: ¿cómo ligar estas épocas sin que su ficción pierda unidad? Fuentes lo resuelve a través de esa demenciada estructura: sus personajes saltan de una época a otra mediante sus propias reencarnaciones que son contadas con distintos lenguajes, distintos puntos de vista y distintos estilos.
Ciertamente hablar de esta novela se refiere a una obra imposible por su dimensión, por su vastedad y por su laboriosa exploración de las distintas vertientes históricas, sociales, culturales y eróticas que constituyen el fenómeno de la hispanidad y sus consecuencias transculturales en toda América Latina. Una novela no novela. Una dilapidación de fulgores literarios. Un juego onírico y una invitación a los eriales de la libertad creadora. Carlos Monsiváis decía que para leer este libro hacía falta ganarse una beca de un año completo. Y, por supuesto, no se equivocaba. Imposible leerla de tirón. Pero imposible, también, olvidarla una vez que se la ha leído.
Por: J.J. Maldonado
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